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Jue, Abr

por Stéfano Zamagni

 

Artículo aparecido en Gazzetta d'Alba

 

Concluimos las ponencias sobre “Santiago Alberione empresario de Dios” con la conferencia dada el 28 de noviembre en el palaAlba por Stéfano Zamagni. Este investigador, natural de Rímini, ha estudiado la figura del Fundador de la Familia Paulina en el contexto económico y empresarial del siglo XX, con una proyección sobre el futuro tanto de la economía como de la comunicación, marcada ya plenamente por la cuarta revolución industrial. Nacido en 1943, Stéfano Zamagni es un economista y académico italiano, apreciado en todo el mundo por sus estudios sobre economía social, expuestos en numerosos ensayos. Desde el 27 de marzo de 2019 es presidente de la Pon­tificia Academia de Ciencias Sociales. En sus años juveniles militò en la Giac [Juventud Italiana de Acción Católica], colaborando con don Oreste Benzi en su proyecto educativo. Doctor en economía y comercio por la universidad Católica de Milán, se especializó en Oxford. Vuelto a Italia, comenzó a enseñar en la Universidad de Parma, en la de Bolonia y en la Bocconi de Milán. En 1991 fue nombrado consultor del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. En 2007 el Gobierno Prodi Ie nombró presidente de la Agencia para la Onlus [Organización No Lucrativa de Utilidad Social]. Fue uno de los colaboradores de Benedicto XVI en la redacción de la encíclica “Cáritas in veritate”.

 

  1. En el surco del humanismo franciscano

Se me ha asignado este tema: “El P. Alberione empresario de Dios”. Surge enseguida la primera pregunta: ¿qué quiere decir empresario? Hago notar que los términos empresa/empresario los acuñó por primera vez en 1730 un economista irlandés llamado Cantillon Richard. Antes no existía la palabra empresa/empresario, pero sí estaba ya la esencia, la actuación empresarial. Tengo aquí, de Coluccio Salutati, un breve texto que expresa con toda claridad cuanto acabo de afirmar; de hecho, la acción empresarial nace históricamente entre finales de 1300 y principios de 1400, el siglo del humanismo civil, y nace en Italia. No nace en otro lugar, como alguien, algún profesor que cree saber pero no sabe nada, va diciendo y enseñando. La figura y la actuación empresarial nace en el territorio correspondiente a la actual región Toscana, a Umbria y alrededores, que constituye el punto de llegada, el humanismo, de la escuela de pensamiento franciscana, pues, como sabéis, los primeros grandes economistas todos, todos, todos (¡lo he dicho tres veces!), fueron francis­canos; también esto sería necesario que alguien, sobre todo si está investido de autoridad, lo recordara; no para vanagloriarse, no porque debamos decírselo al mundo, sino para hacer hincapié en la verdad histórica.

Y bien, hay un párrafo de Coluccio Salutati, empresario (aunque entonces, en 1400, no se decía así) que había llegado a ser el animador del Círculo Espíritu Santo, en Florencia. Oíd qué dice: «Consagrarse honradamente a la honrada actividad económica puede ser una cosa santa, más santa que vivir ociosamente en la soledad, porque la santidad alcanzada con una vida rústica sirve sólo a uno mismo, mientras la santidad de la vida operosa eleva la existencia de muchos». Estamos en 1437. Decidme si esta no es una frase caída en olvido, incluso en el ámbito de la Iglesia: habría que recuperarla, porque quien llega a decir que son muchas las sendas de la santidad, pero que la elegida por el empresario (y el ejemplo del P. Alberione es un claro testimonio al respecto) está por encima de las otras, está defendiendo una trayectoria para el bien de los demás; si, en cambio, santifico mi vida estando en aislamiento...

Bien, no voy a entrar en la disputa teológica, pero es significativo que ya entonces, a comienzos de 1400, hubiera personas que hablaban así; y no era solo Coluccio Salutati, le he citado porque su obra ha sido reimpresa hace apenas dos años.

 

  1. Orientado al futuro

Vamos a ver, ¿quién es el empresario? Porque, antes de decir que el P. Alberione es empresario de Dios, es preciso especificar quién es, cuál es la figura del empresario. El empresario es uno que arrastra; el gerente (manager) o il dirigente es uno que empuja; no se debe confundir empresario y gerente, si bien éste desempeñe una acción importante: la misma palabra, manager, ya de uso común, deriva del italiano “maneggiare” (en español “manejar”); de ahí que prefiramos llamarle dirigente; el manager es uno que empuja; el empresario (emprendedor), como el líder, es uno que arrastra tras de sí, y ya en esto percibís una primera diferencia relevante.

En segundo lugar, el empresario es un sujeto con una especial visión, una visión de futuro; en este sentido, el empresario está guiado en su trayectoria por una brújula, mientras el gerente (ma­nager) está guiado por un mapa. Obviamente se trata de una metáfora, pero de fácil comprensión. El gerente necesita un mapa, algo que le diga: “hay que hacer esto, esto otro, aquello”; y luego él tratará de hacerlo del modo mejor (lo que en economía se denomina un modo más eficiente, quede esto claro). En cambio, el empresario tiene una brújula. ¿Qué hace la brújula? Te da la orientación, el sentido para moverte. La palabra “sentido”, en las lenguas latinas, quiere decir dirección; así pues, el empresario debe tener una brújula. Y ya entendéis que tener una brújula significa tener una referencia de valor, que no necesariamente debe tener el gerente; cierto, mejor si la tiene; pero no es necesario.

 

  1. La capacidad de decidir y de hacerlo con sensatez

En tercer lugar, el empresario es uno que decide; el gerente (manager) es uno que escoge. Diréis: “¿Pero no es lo mismo?”. ¡Obviamente no! Una cosa es decidir; otra, escoger. ¿Dónde está la diferencia? En que decidir es la operación de quien debe seleccionar una opción entre varias dis­ponibles, pero de las que no conoce las características, sobre todo no conoce dónde se llegará, cuál será el punto de arribo. Diversamente, el problema de escoger surge cuando uno debe selec­cionar una opción entre diversas alternativas, de las que más o menos conoce el bien y el mal, el pro y el contra, etc... Así pues, el gerente es uno que escoge, resuelve problemas de selección y para hacerlo se vale del criterio de racionalidad. Para escoger de manera racional es necesario un criterio de racionalidad.

En cambio, para decidir, la racionalidad no sirve, porque el decisor (decidir viene del latín, y quiere decir cortar, seccionar...) no sabe qué le sucederá una vez tomada la decisión. La imagen que se nos ocurre es la del explorador o caminante: a un cierto punto se encuentra ante una encrucijada y debe decidir si tomar el camino de la derecha o el de la izquierda, sin conocer dónde le llevarán cada una de las dos rutas.

¿Entendéis la diferencia? Pues bien, el empresario es uno que decide. Cuando se dice: “Pero yo antes quiero saber”… significa que el tal no tiene alma de empresario; al máximo, podrá ser un buen gerente, pues éste sí desea saber dónde debería llegar. Al contrario, el empresario (el em­prendedor) se guía por lo que en griego Aristóteles llamaba la frónesis, que quiere decir la sensatez. Mientras para escoger se necesita la racionalidad, y basta, para decidir se requiere la sensatez, y bien sabéis que se puede ser inteligentísimos y no sensatos.

Hoy en día el mundo está lleno de personas inteligentes, pero poco sensatas, y por tanto no se decide, y al no decidir (como nos recuerda el mito de la cabeza de Medusa) se permanece bloqueados; y recordad que en la mitología griega era preciso decidir, cortar la cabeza de Medusa, pues si tú la mirabas quedabas petrificado; y es lo que sucede aún hoy, hoy más que ayer.

Contamos con óptimas personas que saben escoger, saben resolver problemas de elección, pero no son capaces de decidir, porque para decidir se requiere sensatez y, de consecuencia, coraje, valentía. Coraje, es una palabra que remite al corazón, para decidir se empeña el corazón; para escoger, la cabeza.

Obviamente uno puede unir en la misma persona física ambas funciones, del emprendedor y del gerente; pero conceptualmente las dos funciones son distintas. ¿Por qué? Porque si no sé dónde mi opción me llevará, puedo sentirme empujado a lanzarme únicamente si dispongo de un buen corazón; y el ejemplo del P. Alberione nos da amplia ratificación, como hemos oído en la bonita ponencia del profesor Gianfranco Maggi (ndr, ya publicada).

 

  1. Un verdadero “manifiesto” en tema de apostolado

Vemos, pues, por qué puede decirse que el P. Alberione fue un empresario, sui géneris dada su opción vocacional, pero, en fin, un empresario. Era necesario precisar estas cosas porque alguien podría decir: “Bueno, ciertamente ha sido un buen gerente”. Esto sería hacer violencia a la historia, y vosotros, Paulinos, debéis rechazar que alguien diga tales tonterías.

Alberione fue un empresario porque guiado por una visión fue capaz de arrastrar tras de sí (¡y cómo fue capaz de hacerlo!) a su Familia Paulina extendida por tantas partes del mundo. Si uno lee el libro Apostolado de la Prensa, publicado en 1933, percibe un verdadero manifiesto, es decir la idea teológica del P. Alberione tendente a dar un sentido a toda su obra, como hemos oído. Sabéis que Apostolado de la Prensa retoma las líneas del precedente escrito Apuntes de teología pastoral publicado en Turín algunos años antes, en 1912.

Obviamente, en la primera fase, como siempre sucede a todos los emprendedores, se encontró con dificultades; hemos ya oído algunas, y seguramente el profesor Maggi hubiera podido enu­merar otras; dificultades serias con la Sacra Congregación de Religiosos: de otro modo ¿qué gracia tendría la cosa? En fin de cuentas, de no darse, también en la Iglesia, la burocracia (¡que sí se da!) el juego no resultaría divertido, y (¡hay que decirlo!) no debemos escandalizarnos por ello.

Hemos de luchar para que la burocracia se reduzca a la mínima expresión, pero la habrá siempre, pues la burocracia, como se me ocurrió decir en cierto ámbito, es una forma, la más clara, de demostrar la existencia del pecado original. Si uno tiene dudas sobre el pecado original, yo le arguyo: “Demuéstrame por qué hay burocracia”, pues ésta no tiene ningún tipo de explicación racional, ni filosófica ni económica.

La burocracia es una cosa anormal, y por supuesto un poco de ella hay que tolerarlo; pero es que nosotros en Italia tenemos la peor burocracia de Europa: ¡es nuestro estorbo!, e impide a políticos, empresarios, ciudadanos, asociacionismo, en fin a todos, les impide hacer el bien que serían capaces de hacer y querrían de veras hacerlo.

 

  1. Internet y el objetivo “inteligencia artificial”

Y bien, ¿cuál es el mensaje para hoy? Visto que han pasado ya cincuenta años de la muerte del P. Alberione, la pregunta que me planteo es relevante: para nuestro hoy, ¿cuál es el mensaje de la obra y del testimonio del P. Santiago Alberione? Me limito solo a dos puntos. El primero va conectado con la siguiente circunstancia: Alberione muere poco antes de la introducción de Internet. Sabéis que Internet es esa cosa, llamémosla así, que connota de suyo la tercera revolución industrial. La primera revolución industrial sucedió en Iglaterra a finales del siglo XVIII; la segunda revolución industrial fue a finales del siglo XIX en Alemania (sí, esta nación fue la cuna de la segunda revolución industrial); la tercera revolución industrial se dio en California (Estados Unidos) y el modo más sintético de expresar la quintaesencia de la tercera revolución industrial es precisamente Internet.

El P. Alberione había intuido algo al respecto, porque ya se hablaba de Internet entrando en los procesos productivos; obviamente no lo hizo inmediatamente entre nosotros (aquí hemos debido esperar al menos quince años), pero ya a primeros de los años 1970, en América, Internet había comenzado.

Sabéis la historia fascinante de Internet: se descubre y se utiliza por razones bélicas; y del sector bélico se transfiere al industrial. ¿Y cuál es el quid? Pues que, gracias a la puesta en marcha de Internet, comienza a producirse hoy la cuarta revolución industrial: estamos justo en medio de la tercera, iniciada con el nuevo siglo, pero se prospecta ya la cuarta. Y la palabra de orden de la cuarta revolución industrial es la inteligencia artificial; hoy todos hablan de inteligencia artificial.

 

  1. La verdad y la falsedad en la comunicación

El problema, intuido ya por el P. Alberione, va hoy bajo el nombre de fake news y de fake truth. También en esto es preciso aclarar la terminología, pues el inglés no puede traducirse ad libitum pasando de una lengua a otra; nosotros traducimos fake news con noticias falsas... ¡y fallamos! En inglés fake no quiere decir falso..., aunque seguimos agarrados a este equívoco por culpa de los periodistas, que difunden cosas erróneas y luego la gente las repite. Fake, en inglés, significa escondido o parcialmente verdadero; por tanto, si una noticia fuera falsa no sería noticia. ¿Cómo no llegar a entender esto! Si yo digo que el mundo es cuadrado, evidentemente nadie lo cree. Para que una noticia sea creída debe tener apariencias de verdad, de lo contrario quedará descartada; así pues, fake news (los ingleses, en esto, hilan fino) quiere decir una verdad obnubilada, ofuscada, escondida, parcialmente verdadera, con rasgos de verdad. De ahí que en nuestros tiempos recientes, es decir en la cuarta revolución industrial, en este último ventenio, a las fake news se ha asociado el fenómeno de las fake truth, o sea de las verdades parciales, de las verdades escondidas. El punto crítico está en que las fake truth son mucho más peligrosas que las fake news, aunque de esto no nos damos suficientemente cuenta. Quizás algún día nos convenzamos, creo yo, porque no cabe ir adelante así. Mirad, una fake news antes o después se desenmascara; tal vez se requieran meses o incluso años, pero ante una fake news, en fin de cuentas, alguien mostrará la pieza, el documento escondido que demuestra la falsía; en cambio, las fake truth no tienen esta característica, porque la fake truth es una creencia que comienza en pequeños grupos, luego se extiende, al ser aceptada como creíble por un número creciente de personas, y al cabo de cierto tiempo pasa a ser creída como verdad.

Es sabido que esta posición filosófica había aparecido ya al final del siglo XIX gracias al filósofo americano Charles Peirce, fundador del pragmatismo, una filosofía nunca arraigada en Europa, y menos aún en Italia, pero sí en América. ¿Qué dijo a finales del siglo XIX Charles Peirce? Afirmó que la verdad en sentido objetivo no existe; la verdad es una construcción social, todo lo que un grupo de personas suficientemente numeroso cree y no queda descalificado durante un tiempo (que puede ser uno, dos, cinco o diez años). En práctica, si empezamos a convencernos de la verdad de una cosa y la difundimos, y después la prensa la divulga, sin que nadie la rehúse a lo largo de un cierto número de meses o de años, esa es la verdad.

Peirce lo dice en un escrito suyo, que cuando apareció, a finales del siglo XIX, no contó con mucha resonancia, sobre todo en Europa. En efecto quien de vosotros haya estudiado filosofía en general, sabe que Peirce no es un filósofo tomado en consideración. Sin embargo, hoy es el filósofo; porque el fenómeno de las fake truth ha logrado valorar la conjetura de Peirce. Si estuviera vivo, Peirce se jactaría: “¿Habéis visto que lo había dicho yo?”.

Pongamos el caso, tan cercano a nosotros, de los No vax. Se trata ni más ni menos de esto: basta que un grupito de personas diga una determinada cosa y ésta se difunda, y ya un cierto número de personas cree en ella. Yo espero que se intervenga pronto a que prevalezca la razón, la razón en el sentido pleno del término, pues de lo contrario el riesgo está en que si se prosigue en esta dirección, dentro de poco llegará a ser la verdad de todos. Y cuando una cosa se hace verdad, automáticamente se transforma en acto político; porque el avispado de turno, o el policy maker, debe adecuarse. En otras palabras, el problema no está en decir: “Tienes una opinión, yo tengo otra y cada uno tiene la suya”. ¡Ojalá fuera así!

 

  1. El proyecto de Gafam

El fenómeno de las fake truth, como sabéis, es hoy encomiado por el proyecto transhumanista. Este proyecto es algo muy serio. Nosotros, los italianos, estamos hechos así, por desgracia: somos muy superficiales; buenos, pero superficiales; nos enteramos de ciertos procesos cuando ya es demasiado tarde, cuando los bueyes ya se han escapado del establo. El caso es que, hace die­ciocho años, en California se fundó una nueva universidad, de la que los periodistas nunca hablan en Italia (al menos yo nunca les he oído al respecto): la University of singularity, la Universidad de la singularidad. Diréis: “¿Y por qué en California?”. Porque Gafam está en California.

¿Qué o quién es Gafam? Gafan es el acrónimo de las cinco mayores empresas multinacionales: Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft. Son cinco, pero para nombrarlas con más rapidez se dice Gafam: tienen un evidente potencial de fuego, ya conocido, y financian esa universidad privada denominada precisamente Universidad de la singularidad, que lleva adelante el proyecto transhumanista. La idea de este proyecto es llegar antes de 2050 a superar el ser humano. Entendámonos, no es que el ser humano vaya a desaparecer, pero ya no servirà para nada, porque todo lo hará la inteligencia artificial dotada de los nuevos algoritmos (los algoritmos cuantísticos, para usar el término técnico). Han afirmado, en particolar el profesor Raymond Kurzweil, jefe de la investigación, que se llegará, en 2050, a crear, no solo la inteligencia artificial (ésta ya la tenemos aquí), sino la conciencia artificial; y por tanto el hombre, tal como lo hemos conocido a lo largo de siglos y milenios, ya no pintará nada. Es decir, el hombre seguirà existiendo en su corporeidad, pero ya no habrá necesidad de él, ni de la conciencia humana y, menos aún, del principio de responsabilidad, para que las cosas vayan adelante. Comprenderéis que se trata de un problema de gran relevancia. Diréis: “¿Pero los demás no dicen nada, están callados? ¡No! Opuesto a ese proyecto hay otro que se llama neohumanista, asentado en Europa. El problema está en que los ultrahumanistas invierten dinero y más dinero, mientras nosotros no invertimos nada.

La Comisión Europea charlotea, discursea, pero no hace nada en este terreno. En los últimos años se habían presentado propuestas para crear algo análogo a la Universidad de la singularidad, es decir un centro de altísima investigación que elabore un pensamiento contrastando la avanzada del otro; pero...

Si viviera el P. Alberione, os aseguro que formaría un equipo para, al menos, vehicular estas cosas a nivel de información básica, porque la gente no las conoce mínimamente: nadie les habla de ellas; al contrario, cuando se alude a la inteligencia artificial, todos se muestran felices y con­tentos: “¡Oh, qué bonito!”. Vemos que ese tontito de Facebook ha usado una palabra “meta” jugando al equívoco, pues meta en griego significa más allá, allende; es decir allende lo humano, transhumanismo (trans en latín quiere decir también más allá, allende).

Pero la misma palabra meta ¿qué significa en hebreo? Muerte. Bueno, pues Facebook ha jugado ladinamente al equívoco. Y mientras sucede todo esto, lo repito, la gente no está informada; ¡al menos habría que informarla! En mi opinión, el P. Alberione, desde allá arriba estará enfadándose, revolviéndose en la tumba, como suele decirse, y suplicando a Dios: “Déjame ir abajo, y crearé nuevas tipografías” (en sentido metafórico). Aquí tenemos el primer mensaje que hoy nos viene de una figura como la del P. Alberione.

 

  1. Se necesita transformar más que reformar

El segundo mensaje está conectado, en cambio, con la figura actual del empresario. Èste es un agente de transformación de la sociedad: ¡lo que fue el P. Alberione! ¿Qué se entiende por ser agente de transformación? La realidad actual de nuestras sociedades no puede contentarse con ser simplemente reformada, pues las reformas las propugnan los conservadores. Cada cual es libre de ser conservador, ¡faltaría más!, pero debe decirlo, no darse a la fake truth, o sea hacer creer que apostar por las reformas significa, como suele decirse, ser de izquierdas; ¡no bromeemos, por favor! Reformar, en italiano y las lenguas neolatinas, apunta al sustantivo re-forma, o sea dar nueva forma a un contenido que es siempre el mismo; estaríamos ante lo conocido por green washing, conocéis esta expresión: hacer como quienes se pintan de verde para decir que cambian, ¡pero la cosa no es así! Lo que hoy necesita nuestra sociedad es la transformación, no una mera reforma sino algo muy distinto. ¿Hacemos la reforma de la escuela? En los últimos veinte años se han hecho cuatro reformas ¡y se ha empeorado todo! Sí, las reformas empeoran la situación. Es preciso transformar la escuela, la universidad; y eso mismo vale para otros ámbitos.

Así pues, si entendéis bien el asunto, afirmar que el empresario es un agente de transformación de la sociedad, es una cosa muy importante.

Hace un poco de tiempo, a comienzos de 2021, el papa Francisco... (ya nos hemos dado cuenta que es un Papa algo particular, diríamos un poco “chiflado”), recibió a un grupo internacional de empresarios, entre ellos muchos usamericanos, y al saludarles dijo: “Sois portadores de una misión noble”. No dijo “sois quienes hacen casas con hierro” o algo por el estilo, ¡no!, “sois portadores de una misión noble”. Creo que nadie haya dado del empresario una mejor definición que ésta: misión noble.

¿Y de qué misión se trata? La misión de transformar; transformar unas piezas de la realidad actual, que por uno u otro motivo no calzan bien y necesitan precisamente ser cambiadas.

Aquí tenemos, pues, el punto: venimos de una estación durada mucho, tal vez demasiado, al menos para mis gustos, durante la cual ha prevalecido el pensamiento neoliberalista, alimentado, como sabéis, por la Escuela de Chicago (Estados Unidos), donde Milton Friedman, el fundador, había definido la empresa como una máquina de hacer dinero. Si alguno no creyera en tal defi­nición, lea el ensayo de John Ladd, un economista americano alumno de Friedman, obra publicada en 1970, un año antes del fallecimiento del P. Alberione.

Esto sostiene Ladd: “La empresa es una máquina de hacer dinero”. Las máquinas no tienen conciencia, por tanto es inútil pedir a la empresa un comportamiento ético, pues propiamente las máquinas no deben hacer las cuentas con la ética, o algo parecido. Ahora bien, semejante concepto ha sido creído por muchos, virtualmente por todos, durante tantos años, hasta tiempos bien recientes. ¿Cuándo cesó todo esto? Cuando llegó la crisis financiera de 2008, que como bien sabéis produjo consecuencias enormes. En efecto es raro (más aún, imposible) que de 2008 en adelante uno haya oído a alguien decir: “Yo defiendo el neoliberalismo”; al máximo, se limitaría a decir: “Estoy por el liberalismo, que es muy otra cosa”.

Sí, el liberalismo es una cosa seria pues se trata de una teoría política filosófica. El neoliberismo es, en cambio, una teoría económica, a la cual, como sabéis, ha dado un golpe de gracia el papa Francisco, que, como no tiene miedo de nadie, no se inquieta cuando alguien le dice: “¿Pero sabes que por ahí escriben que tú…?”. “Hacen bien en escribir así, de este modo me divierto aún más”… En mi opinión, acierta en reaccionar así, porque si diera importancia a todas las simplezas que circulan por ahí...

 

  1. El golpe de gracia dato al neoliberalismo

Sí, Francisco dio el golpe de gracia al neoliberalismo cuando publicó la Evangelii gaudium, en 2014. Apenas había llegado al solio pontificio, en 2013. No se trata de una encíclica, sino, como se dice técnicamente, de una exhortación pastoral pero de una profundidad enorme, superior en ciertos aspectos a publicaciones suyas sucesivas, pues en Evangelii gaudium es donde el papa Francisco afirma: la tesis del trickle-down effect es falsa; es científicamente falsa.

Tuvo la valentía de decir que esa tesis es científicamente falsa desde el punto de vista económico. Trickle-down quiere decir goteo; y es la tesis que (entonces, ahora ya no) estaba en la boca de todos los neoliberalistas. ¿Qué dice esta tesis? Una marea que sube levanta todas las barcas; no nos preocupemos, pues, de los pobres, de quienes no logran salir a flote en su vida. Lo importante es que suba la marea, o sea aumentar la torta, incrementar el crecimiento, engrosarlo en cualquier modo..., ya que luego, mediante el goteo, habrá para todos. ¿Recordáis, del pasaje evangélico, las migajas del pobre, junto a la mesa del rico Epulón, el pobre que dice: “Dame al menos las migajas que caen de la mesa”?

En línea con eso, los neoliberalistas decían: “Mirad, si aumentamos el índice de crecimiento, la acumulación de capital y de bienes, etc., habrá para todos”. El papa Francisco (lo era desde hacía apenas un año y todavía no se le conocía como hoy) tuvo la valentía de decir “¡No!”. Y con razón, evidentemente. Es claro que cuando el papa Francisco se compromete en ciertas cosas, no lo hace cándidamente porque las ha soñado aquella noche; antes pide a las personas que se ocupan de ese tema, si una determinada tesis tiene fundamento científico o no. Algo así como en el docu­mento Laudato si’: el capítulo segundo tiene un fundamento científico, detrás del cual están cinco premios Nobel, otros tantos científicos y muchos más expertos. Cerramos este paréntesis.

Queda claro que desde entonces ya no se usa esta vergonzosa metáfora, porque el trickle-down ha pasado a ser trickle-up que quiere decir: el efecto de goteo actúa en sentido contrario, pues hoy son los pobres quienes financian a los ricos. Ya lo sabíais, ¿o no? Si no lo sabéis, os doy las cifras, os facilito las referencias y luego hacéis vuestra investigación. Mientras antes se pensaba: “Tú hazte rico, luego darás unas migajas a los demás”... Hablando un poco en bromas, se creía en Robin Hood, que robaba a los ricos para dar a los pobres; mientras el sheriff de Nottingham robaba a los pobres para dar a los ricos, que es lo sucedido en los últimos decenios, a partir de 1980.

 

  1. La responsabilidad civil de la empresa

Aquí tenemos el punto de llegada en nuestro discurso: cuando se dice que el empresario es agente de transformación, se hace referencia a esto. Porque los empresarios verdaderos (y los hay, por suerte, in Italia, como en este territorio piamontés) se sienten ofendidos si se les hace decir: “Nosotros somos los maquinistas de una máquina de hacer dinero”. Si habláis así con estos empresarios, se ofenden: “¿Qué estás diciendo?, que yo debería vivir para alimentar una máquina de hacer dinero? No, yo soy parte de mi sociedad, yo quiero contribuir al avance, al progreso”.

Mirad, pues, dónde está el punto: debemos pasar del concepto de la responsabilidad social de la empresa al concepto de la responsabilidad civil de la empresa. El P. Alberione conocía la respon­sabilidad social de la empresa: esta expresión nació en América el año 1953 y Alberione (que era hombre de cultura y seguía la marcha de todo) murió en 1971. Pero, aun no siendo economista de profesión, había ya entendido que algo no funcionaba.

¿Por qué? Porque con la responsabilidad social pedimos a las empresas no actuar, no explotar a los obreros, no evadir los impuestos, no contaminar demasiado y cosas parecidas. Encambio, con la responsabilidad civil se le pide a la empresa que haga, es decir que juntamente con otros sujetos de la sociedad civil, contribuya a impulsar cuanto se mueve en una sociedad, que haga obra de transformación. Esta es la vocación noble del empresario: debe ser un promotor, uno que arrastra tras de sí otras realidades componentes de la sociedad para encauzar proyectos o procesos de transformación. Tal es el sentido en que yo interpreto la obra y la figura del P. Alberione.

Él fue un empresario civil, o sea un emprendedor que entendió como misión suya la de no contentarse de cuanto ya estaba adquirido y, sobre todo, diríamos hoy, de actuar en favor de una prosperidad inclusiva; prosperidad inclusiva quiere decir una prosperidad para todos, no sólo para unos y, por encima de todo, una prosperidad que restablezca la alianza entre el hombre y la naturaleza, aspecto sobre el cual la exhortación Laudato si’ nos ha dado, diríamos, el la definitivo.

 

  1. Bienaventurado porque supo avanzar

Me complace concluir recordando cuánta necesidad tendríamos hoy, en general, pero también en el ámbito de la Iglesia católica, de personajes como el P. Alberione. Por tanto, vosotros, Paulinos, hacedlo bien. Y además, decidlo, no tengáis miedo; decidlo, porque, ahí esta nuestra Iglesia…., digo “nuestra” porque me identifico en ella, con demasiadas áreas de burocracia que impiden hacer el bien posible y, sobre todo, impiden hacer el bien a quien quiere hacerlo.

Y es que no me extrañaría si uno me dijera: “Yo no quiero hacer el bien”; sí me extraña y me produce enfado si uno, no queriendo él hacer el bien, impide hacerlo a los demás. Esto es inaceptable. No sé si es claro el concepto… Pues bien, es lo que hace la burocracia: a quienes, de una forma más o menos organizada, quieren actuar para el bien común, les impide hacerlo.

Voy a concluir con el epigrama que Goethe pone en labios de los ángeles cuando intentan arrancar de las garras del demonio el alma de Fausto. Escribe Goethe en el Fausto: «A quien constantemente se ha esforzado en avanzar, a ése es al que podemos salvar». Fijémonos: el P. Alberione, durante su vida, se dedicò constantemente a lanzarse adelante; esta es la razón por la que ahora se sienta entre los bienaventurados.

 

Agenda Paolina

24 Abril 2024

Feria (bianco)
S. Fedele da Sigmaringen, sacerdote e martire
At 12,24A13,5; Sal 66; Gv 12,44-50

24 Abril 2024

* FSP: 1948 a Bogotá (Colombia) - 1994 a Lagos (Nigeria).

24 Abril 2024SSP: Fr. Paolo Yamano (1982) - D. Pio Bertino (1994) • FSP: Sr. Paula Maria Simoes (1999) - Sr. Modesta Cane (2006) - Sr. M. Fidelis Catapano (2019) - Sr. Mary Guadalupe Martinez (2020) - Sr. M. Lucina Canu (2021) • PD: Sr. M. Fiorella Portale (1990) - Sr. M. Luciana Lazzarini (2018) - Sr. M. Giorgina Butano (2022) • IMSA: Ester Peveraro (2019) • ISF: Italina Torreggiani (2010) - Giuseppe Locastello (2017).

Pensamentos

24 Abril 2024

Dove c’è la carità c’è Dio, e dove non c’è carità, una persona facesse anche prodigi per abilità, per affari, per dominare sugli altri, per insegnare, per farsi ammirare nelle virtù, per compiere opere diverse, più difficili che non le altre, «a nulla mi gioverebbe» (APD56, 263).

24 Abril 2024

Donde hay caridad allí está Dios, y donde no hay caridad, alguien podría hacer hasta prodigios por habilidad, por negocios, por dominar sobre los demás, por enseñar, por ser admirados en las virtudes, por realizar obras diferentes, más difíciles que los demás, «no me serviría para nada» (APD56, 263).

24 Abril 2024

Where there is charity there is God, and where there is no charity, a person could also perform wonders because of ability, for business, to dominate over others, to teach, to be admired in virtues, to perform different works, more difficult than the others, “it would be of no use to me” (APD56, 263).