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Qui., Mar.

Con la esperanza puesta en Dios y la mirada siempre hacia delante, la Región Venezolana ha dado la bienvenida al superior General P. Valdir José de Castro, quien con espíritu de fraternidad y calidad humana, ha llegado a Venezuela la tarde del lunes 20 de enero  para participar y acompañar durante los días 23, 24 y 25 de la celebración de la XVII Asamblea Regional de Venezuela.

Durante los días previos se han dado distintas reuniones y encuentros fraternos, con algunos miembros de la Región y colaboradores de las distintas áreas de apostolado y vida del quehacer paulino  de la circunscripción. La tarde del miércoles en la Comunidad de El Hatillo, se llevó a cabo un encuentro fraterno con un grupo de los Cooperadores Paulinos con quienes se compartió sobre el quehacer de la misión de los Laicos y Cooperadores Paulinos. El Superior General aprovechó el encuentro para presentar el mensaje final del XXXVII ENCUENTRO DE LOS GOBIERNOS GENERALES DE LA FAMILIA PAULINA “LOS LAICOS EN LA FAMILIA PAULINA PARA LA MISIÓN.

LOS COOPERADORES PAULINOS” en la que se enfatizó, sobre la necesidad que tenemos de trabajar junto a ellos al estilo de san Pablo, desde la comunicación y con la comunicación. En el encuentro estuvo presente Mons. Ovidio Pérez Morales Expresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y actual asesor del Laicado en Venezuela.

Así pues, llegado los días del inicio de Asamblea, nos disponemos a trabajar y para ello hacemos nuestras  la invitación hecha por el Papa Francisco de “asistir al Futuro” comprometiéndonos a realizar en esta Asamblea Regional no solo un documento, sino sobre todo propósitos apostólicos concretos, capaces de llevar a cabo la tarea escuchar el Espíritu y responder a los hombres de hoy, es decir, hacer que los sueños broten, dar lugar a profecías y visiones, hacer florecer las esperanzas, estimular la confianza, vendar las heridas, tejer relaciones, revivir un amanecer de esperanza, aprender unos de otros y crear una imaginación positiva que ilumine las mentes, caliente los corazones, restablezca la fuerza de las manos e inspire a los hombres de hoy, - todos sin excepción- la visión de un futuro lleno de la alegría del Evangelio.

Bajo la protección y presencia maternal de la Reina de los Apóstoles y llenos de esperanzas, hacemos nuestras las palabras del Apóstol: “Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad” (2Cor 12,9).

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