El Concilio Ecuménico Vaticano II concluyó el 8 de diciembre de 1965. Meses después el Papa Paulo VI invitó a todos los Institutos religiosos a aplicar en su normativa la riqueza doctrinal de este Concilio. En nuestra Congregación esta tarea se le confió al Capítulo “Especial” del ’69-’71. “Se trataba -escribe el P. Teófilo Pérez- de ponerse todos juntos (los capitulares), en una diaria renovación de espíritu, ante Dios y ante todos los cohermanos, a examinar del mejor modo posible las actuales instancias del mundo y de la Iglesia e intentar darles respuesta concreta desde la situación carismática paulina. No valía decir que somos jóvenes, con apenas 55 años de existencia como Congregación, y que por tanto estábamos ya al día. Con el Vaticano II y con el devenir continuo de la Historia se ha producido en estos últimos tiempos un profundo cambio de mentalidad y perspectivas, y desde ahí había que afrontar los temas, los problemas, los sufrimientos, los planes, el horizonte de nuestra vida paulina”.
Como decíamos en comentarios anteriores, nuestra Congregación doce años antes había celebrado su Primer Capítulo general (1957). En ese Capítulo, bajo la presidencia del Primer Maestro, el cual estaba en plenitud de sus facultades físicas y mentales, se había dado vida a las Constituciones. Contaba el P. Renato Perino que el Primer Maestro le dijo “Nuestras Constituciones son frescas, recién aprobadas por la Iglesia… tal vez solo algunos retoques en el vocabulario y basta”. Probablemente nadie imaginaba el trabajo ingente que requería el trasvasar en nuestra normativa la doctrina y los principios emanados por este “viento impetuoso” que fue el Vaticano II para toda la Iglesia.
Los Documentos capitulares, emanados de este Capítulo siguen constituyendo un punto de referencia obligado para todo paulino, tanto por la metodología adoptada y seguida como por la validez de los contenidos elaborados al fin de integrar el carisma paulino en la diversidad de sucesivos contextos históricos. Es tan importante conocerlos que, según el P. Teófilo Pérez, “Nuestras Constituciones son como el resumen o la síntesis de todos ellos”. La edición española de los DC fue traducida por el P. Teófilo Pérez y publicada por la Provincia de España en el año 1980, nueve años después de su publicación en italiano. La versión en inglés, traducida por el P. Andres R. Arboleda, Jr., fue publicada por esos mismos años. La edición italiana se ha publicado en dos ocasiones; de las otras dos no tengo conocimiento de que se haya hecho una segunda edición.
Hablar de la importancia de estos Documentos Capitulares en la formación lo deducimos por las palabras que el Superior general, primer sucesor del Fundador, P. Luigi Zanoni, escribe en la primera versión en italiano: “Son perfectibles, pero sustancialmente reflejan bien el pensamiento del Fundador, y por tanto hay que estudiarlos, explicarlos, meditarlos. Constituyen el puente lanzado entre el pasado y el presente. Valoran un pasado creativo, rico de realizaciones y de amplios ideales apostólicos. Estudian el carisma dinámico del Fundador y lo insertan en la realidad del mundo de hoy, para continuar las realizaciones y escrutar las profundidades de nuestra vocación paulina, proyectada hacia el futuro”.
Otra causa es: así como la puesta en práctica de los Documentos del Vaticano II no se ha realizado, tal como fue la intención de los Padres conciliares, de la misma manera el conocimiento y, sobre todo, la puesta en práctica de estos DC no solo no se ha realizado sino que incluso muchos los desconocemos.
Don Salud Paredes, Consigliere generale, è il Presidente del SIF
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