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Jeu, Mar

Ante la pregunta que hace Dios a Caín sobre su hermano, la respuesta más inmediata fue otra pregunta “¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?” Incluso podría haber respondido con un “¿y a mí qué mi importa dónde está o que hace mi hermano? ¡Ese no es mi problema!”.

Es bien sabido que por años hemos visto la persona de Abel como el bueno y a Caín como el malo, incluso nos atrevemos a juzgar; pero si Dios viera las ofrendas o trabajos de nuestros hermanos con buenos ojos y las nuestras no ¿qué hubiéramos hecho en su caso?

Tal vez no tomaríamos un arma para hacerlo desaparecer, pero, aún así hay otras maneras de hacerlo: ignorarlo, destruir su imagen públicamente, hablar más de sus defectos que de sus virtudes, aprovechar el momento para acabar con sus posibilidades de ser mejor, tener éxito, etc. Y después de todo esto, ¿soy mejor que Caín?

Y si nos detuviéramos a observar nuestras comunidades nos daríamos cuenta de que hemos pasado de unas constituciones pensadas según el derecho canónico de 1917, que obligaba al “súbdito” a exponer cada cosa que hacía, incluso el tener que mostrar la correspondencia antes de enviarla, a una comunidad post-conciliar Vaticano II donde cada quien debe arreglarse por su propia cuenta. Pasamos de una madre que busca controlar cada movimiento de su hijo a un no soy el guardián de mi hermano.

La comunidad no consiste sólo en ver que todos se reúnen en la capilla para rezar, quizás juntos o cada cual por su cuenta, el hecho de que nos sentemos todos a comer, incluso lo más rápido posible para salir pronto de allí, o el hecho de hacer una obra apostólica juntos. Tampoco es parecer “las comadres del barrio” que están pendientes de todos los vecinos para tener algo que decir de ellos.

En cambio, es ir más allá, preocuparnos por el bienestar del prójimo. Además, si damos un vistazo a nuestras constituciones nos encontramos con que todo está orientado al apostolado, que es eminentemente comunitario, pero si nuestra vida diaria con quienes nos movemos y desenvolvemos no va bien, no es un buen arbusto, nuestro apostolado será estéril, no dará buenos frutos; es claro.

No busquemos a Jesús sólo fuera de nuestras casas religiosas, basta con encontrarlo, en primer lugar, en ese hermano que me necesita y que está muy cerca de nosotros, y que incluso me podría incomodarnos.

Por último, recordemos las palabras de nuestro padre san Pablo: “Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan, a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios. ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría. Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo” (1Cor 12,24-27).

¡Felices los que van por un camino intachable, los que siguen la ley del Señor! (Cf. Sl 119,1)


* Anderson Mendoza è novizio paolino dalla regione Venezuela, attualmente in Albano per il noviziato internazionale.

 

Agenda Paolina

28 mars 2024

Nella Cena del Signore (bianco)
Es 12,1-8.11-14; Sal 115; 1Cor 11,23-26; Gv 13,1-15

28 mars 2024

* SSP: 1988 Maggiorino Vigolungo viene proclamato Venerabile.

28 mars 2024FSP: Sr. M. Augusta Biolchini (2018) - Sr. Donata Narcisi (2019) - Sr. M. Dorotea D’Oto (2023) • PD: Sr. M. Tarcisia Spadaro (2008) - Sr. M. Emanuella Santini (2011) - Sr. M. Leonarda Pompiglio (2023) • IGS: D. Giorgio Zeppini (2018) • ISF: Michele Perillo (1996).